La historia de Finca Es Cabàs se remonta a la Prehistoria. La época Talayótica en Mallorca nos dejó constancia con la construcción del Túmulo Talayótico situado en la cima de la colina denominada Sa Talaia. Este monumento, denominado Es Claper des Doblers, data del 3.500-2.500 aC y su uso fue como lugar de ceremonias, monumento fúnebre y punto de vigilancia.

Además de este lugar , considerado sagrado por los primeros pobladores, y catalogado como BIC (Bien de Interés Cultural), también se encuentran otros BIC como la Cova des Moro, habitada en la misma época, y unas canteras de donde se extraía la “cerumina”, material para barnizar y dar consistencia a la cerámica producida en todo el valle y cuyos ejemplares pueden verse expuestos en el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid.

Monumento talayótico 'Es Claper des Doblers', ubicado en Finca Es Cabàs.

Vista del monumento talayótico Es Claper des Doblers ubicado en la colina Sa Talaia de la finca.

No hay constancia de la ocupación romana, posterior a dicha era, aunque algunos de los caminos que recorren la Finca podrían remontarse a esa época. Pero sí hay un valioso legado de la ocupación árabe que data del siglo IX, hasta el 1229 cuando se inició la reconquista de Mallorca por Jaime I de Aragón. Durante la ocupación árabe aparece el primer asentamiento de la actual casa. Se crea el primer pozo de agua, se construye una noria (sínia) y el primer sistema de regadío conocido, con una acequia (qanat) que abastecía la casa y su huerta, la llamada “alquería”.

El primer propietario e impulsor conocido de la actividad agrícola, y del asentamiento actual, fue Abrahim Alfeluz (Abrahim “de gran riqueza”). Por aquel entonces, siglo XIII, Finca Es Cabàs era conocida por igual como Alquería Abrahim Alfeluz o Rahal Cahuas. Según prestigiosos arqueólogos e historiadores, hay dos versiones del origen toponímico de Es Cabàs. Unos defienden el origen de Cabàs como procedente de qawda que significa “difícil subida a la montaña”. Otros defienden el origen a partir de la palabra cahuas que significa “zona de viñas”. Cabe comentar que los campos de entrada a la finca, a ambos lados del camino, actualmente poblados de almendros y algarrobos, fueron viñedos (consta su topónimo de Tanca de sa vinyota) hasta que una plaga que asoló la isla durante el siglo XIX acabó con ellos y se optó por un cambio de cultivo. El mote Rahal se traduce hasta nuestros días como “Rafal”, sinónimo de finca, utilizado en Mallorca de forma generalizada.

Fotografía del lugar en el que se construyó la primera noria (sínia).

Tras la ocupación árabe de Finca Es Cabàs, época en la que se inició el actual asentamiento de nuestro agroturismo, la propiedad pasó a manos cristianas. Los primeros archivos, desde la reconquista de Mallorca en 1229, datan de 1240, donde figuran como propietarios Pere Sagristà y Guillem Pons. Posteriormente se reunificó la propiedad, tras varias nuevas escisiones, con la compra de todos los terrenos por parte de Ramón de Berga. Tras dicho propietario se sucedieron varias fragmentaciones. Una de las familias que merece comentar, de entre las adquisiciones sucesivas, es la de los Eimerit, pues en el siglo XIV dieron nombre a la cumbre más alta de la finca y linde actual con la Comuna de Bunyola por el Norte (Puig de n’Eimerit, 666 m).

En el siglo XV se reunifica definitivamente la propiedad tras la compra por la familia Sureda, futuros marqueses de Vivot, entre 1491 y 1521. Dicha familia adquirió también en 1482 la finca colindante Son Sureda, situada al otro lado de la carretera, frente a Es Cabàs. El 30 de junio de 1898 el marqués de Vivot, de la familia Sureda, vende Es Cabàs y Son Sureda a Manuel Salas Palmer, mi tatarabuelo, primer propietario de nuestra saga familiar. Tras su inesperado fallecimiento, el mismo año de la compra, ambas propiedades fueron heredadas por su hijo Manuel Salas Sureda (1880-1942) quien, según mi opinión, junto con la aportación árabe en la época de Abrahim Alfeluz, fue impulsor de una nueva reforma agrícola de gran importancia y legado. Construyó bancales en zonas con riesgo de erosión por las lluvias, estudiando sobre el terreno el avance del agua durante las tormentas. Realizó extensas plantaciones de almendro y algarrobo, y cambió el modelo de gestión agrícola. Hasta entonces, desde la Reconquista, los cultivos eran explotados por arrendatarios payeses que se dedicaban a gestionar la producción agrícola, ganadera y de aprovechamiento forestal. Mi bisabuelo asumió directamente dicha función. Como testimonio de su labor quedan los campos de almendros y algarrobos, la infinidad de bancales, un aljibe para recogida de aguas pluviales y abrevadero de ganado, un cobertizo con chimenea y cisterna para el descanso de los campesinos durante la jornada laboral y el plano de la finca que se conserva en la recepción del agroturismo en la actualidad.

A finales del siglo XIX ya encontramos archivos en el Die Balearen del Archiduque Luis Salvador de Austria, donde comenta que Es Cabàs era la propiedad más extensa del término de Santa María con una superficie de olivar de 194 quarterades (cada quarterada equivale a 7.103 metros cuadrados), 183 de algarrobo y almendro, 19 de viñedos, 63 de pastos de secano y 343 de bosque y sotobosque.

Tras dicha época, heredó la finca Amanda Salas Garau, mi abuela, quien mantuvo la explotación agrícola de su padre, junto a la ganadería de ovino, pero ya iniciándose el declive de la agricultura por su baja rentabilidad. La propiedad de Son Sureda pasó a su hermano Fernando Salas Garau. Y sus otros cuatro hermanos heredaron el resto de fincas que su padre fue comprando durante varios años gracias a los beneficios de sus negocios y por tratarse de inversiones con buena rentabilidad de entre las que cabe destacar Xorrigo, Solleric, Son Berga i Son Patx entre otras.

La revolución industrial supuso el cese de actividad de la almazara (tafona), donde se producía el aceite de oliva. Se dejó de cultivar el olivo, abandonando poco a poco los árboles centenarios que datan de la época árabe, continuando sólo con el cultivo de almendro y algarrobo además de los pastos de secano. Amanda Salas realizó una reforma en la vivienda convirtiendo los graneros, ya en desuso, situados en el piso superior, en un espacio habitable y acondicionado para pasar los meses de verano. Hasta 1959 la construcción sólo contaba con dependencias donde residía la familia de payeses encargados de la explotación y algunos empleados que trabajaban el campo, además del pastor. Hasta entonces, sólo Son Sureda contaba con dependencias para los propietarios.

Posteriormente, Ana Fortuny Salas, mi madre, fue la primera heredera de Finca Es Cabàs que decidió residir allí y fue quien diseñó sus actuales jardines. Pero cada vez la agricultura y la ganadería eran más precarias e insuficientes para el mantenimiento de Es Cabàs.

Desde 2010, mi mujer María Obrador Planas y yo, médico de profesión y con gran apego a esta tierra y a mis raíces, decidimos vivir aquí para intentar recuperar el esplendor de este paraje romántico y cautivador iniciando nuestro proyecto familiar y de vida. Recuperamos el olivar centenario, sembramos nuevamente viña, frutales, higueras, algarrobos y almendros, y poco a poco, fuimos restaurando los elementos etnológicos de la finca. El nombrado Claper des Doblers, los hornos de cal de donde se extraía el material para la construcción y encalado de las casas del pueblo (hasta inicios del siglo XX), las carboneras (sitges) donde se producía el carbón usado en las cocinas de todos los hogares antes del uso de la electricidad. Además, realizamos un proyecto forestal para el mantenimiento de los bosques y otro de recuperación y conservación de fauna autóctona como el milano real, el buitre negro (voltor negre), águila calzada, tortuga mora y cabra autóctona (boc balear) entre otras especies.

También hemos reintroducido especies domésticas en peligro de extinción como el burro mallorquín y la vaca mallorquina. Ambas especies son útiles para la limpieza de nuestros campos y bosques. Además colaboramos con la empresa MELVICI dedicada a la apicultura, que nos abastece de miel de abejas propias y es una herramienta indispensable para la polinización en nuestros cultivos. A su vez, hemos recuperado la cría del cerdo negro mallorquín (porc negre) que nos proporciona producción artesanal propia de los preciados embutidos tradicionales de la isla. Cooperamos también con bodegas Macià Batle para la elaboración de nuestro vino y con la almazara Son Catiu para la elaboración de nuestro propio aceite de oliva virgen.

Actualmente, estamos trabajando en la creación de un parque fotovoltaico para autoabastecimiento energético. Pero sabíamos que aunque el presente fuese motivador, no conseguiríamos asegurar la viabilidad de Finca Es Cabàs en el futuro. Debíamos dar un paso más para poder realizar nuestro sueño sin que se convirtiese en pura utopía. Era necesario el turismo para la sostenibilidad de la finca y poder divulgar nuestros valores compartiendo esta experiencia.

Gracias a todos vosotros lo estamos logrando. Gracias por hacer, entre todos, que nuestro proyecto continúe, recuperando así una pequeña parte de la esencia de esta maravillosa isla mediterránea.

—Diego Puig Fortuny, 15 de mayo de 2021